La comunidad educativa, formada por docentes, padres y estudiantes, está llamada este jueves a su tercera huelga educativa general (de infantil a la Universidad). Con la primera protestaron por los enormes recortes en el sector de la enseñanza. Con la segunda se sumó a sus reivindicaciones la protesta por una reforma educativa que tildan de “clasista, segregadora y retrógrada”. En esta tercera los motivos no cambian, pero sí aumentan los actores. Los sindicatos conservadores FSIE y ANPE no convocaron en la anterior cita a sus afiliados, pero ahora se adhieren.
En las asociaciones sindicales el ambiente está caldeado tras las declaraciones el martes de la secretaria de Estado Monserrat Gomendio, que acusó a los manifestantes de no ir a la huelga por “razones relacionadas con la reforma educativa” sino con las “mejoras salariales, reducción de carga lectiva y de número de alumnos por clase”. Miguel Latorre, secretario de Enseñanza Pública de FETE-UGT, replicó ayer: “El mayor ERE que se ha hecho en este país ha sido a la enseñanza pública. Miles de interinos se han quedado sin trabajo y otros se han visto desplazados de centro después de 20 años. Intentan enfrentarnos a los padres, cuando hay afectados entre nosotros”.
Este miércoles tuvo lugar la segunda jornada de la huelga de tres días convocada por el Sindicato de Estudiantes. Y, como siempre, asistimos a una guerra de cifras. Mientras que el Ministerio de Educación cifraba en un 18,8% el seguimiento —tras recabar los datos de seis Comunidades Autónomas, que representan a la mitad de los estudiantes— Andalucía la elevó al 71% en su región.
Se sucedieron también manifestaciones por toda España. A la de Valencia se sumaron cinco colectivos de desempleados, en Barcelona se organizó una gran sentada y en Madrid tuvo lugar la más numerosa. El Sindicato de Estudiantes, convocante, habló de 60.000, frente a los 2.000 de la policía municipal.
En el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense la policía desmontó las barricadas que el día anterior le habían llevado a entrar al recinto sin conocimiento del rectorado. Y en la Autónoma ocurrió lo mismo, en este caso tras la llamada de un particular. Su rectorado habla de “vandalismo” en distintas sedes, con pintadas en puertas y paredes o silicona en las cerraduras.
Fuente: «La Vanguardia».